El ser humano es capaz de permanecer días sin beber agua, incluso varias semanas sin ingerir alimentos, pero sin respirar oxígeno no sobreviviríamos más de algunos minutos.

El proceso de la respiración consiste en la contracción del diafragma y en la expansión de los pulmones para captar el aire. Así, el oxígeno pasa de los pulmones a la hemoglobina de la sangre, que se encarga de distribuir el oxígeno por todos los órganos a través de las arterias. La respiración es crucial para cualquier acción que realizamos: caminar, comer, dormir, relajarnos, descansar, etc.

Un estudio realizado por el sitio web ScienceDirect, demuestra que más de la mitad de la población respira por la boca, esto conlleva numerosos problemas asociados: dolores de garganta, apnea del sueño, ansiedad, bajo rendimiento deportivo, caries, asma, malas posturas, entre otros padecimientos. Ante esto, muchos entrenadores y expertos en la salud recomiendan practicar la respiración nariz – nariz inhalando y exhalando a través de esta con la boca cerrada.

Desde la creación del ser humano, la nariz evolucionó formando un tabique con dos orificios verticales, permitiendo así la inhalación del aire y humedeciéndolo para mejorar la capacidad aeróbica de nuestros ancestros. Deportistas como Iga Swiatek, la tenista número uno del mundo entrena con una cinta en la boca para reforzar lo anterior.

La respiración nasal tiene una función defensiva, retiene y filtra las partículas y gérmenes que están en suspensión en el entorno, humidifica el aire inspirado y lo calienta hasta unos 34ºC que es la temperatura óptima para el intercambio de gases a nivel pulmonar. Quienes respiran por la boca suelen sufrir más los efectos nocivos de los agentes contaminantes en el aire. Por lo anterior, la respiración nasal es la base para sentirnos bien, emitir un sonido claro y natural, mejorar la resistencia y evitar posibles enfermedades por lo que debemos asegurarnos de que esté en las mejores condiciones.